El Escudo del pueblo




Hoy os traigo mi última talla "profesional", que hice en su momento como obsequio al pueblo de mi mujer, Cabezarrubias del Puerto, al sur del sur de Ciudad Real, donde me he arraigado y que me ha adoptado (creo...) con gran generosidad y cariño.

Siendo cántabro, puede extrañar mi deriva hacia La Mancha, pero dado que estamos en pleno Valle de Alcudia, al pie de Sierra Madrona, rodeado de naturaleza y acogido por unos paisanos muy parecidos a los de mi pueblo natal, tanto en número de habitantes, como en el carácter y en el mantenimiento de las formas de vida de siempre, apegados a la tierra, al ganado y al monte, no es extraño que me sienta como en casa.

Bueno, pues encontré en mi recorrido por la talla de madera una oportunidad para agradecer a mi pueblo adoptivo esa acogida que me ha dado y pensé en hacer el escudo del pueblo, como reconocimiento.

Escogí un buen tablón de poplar (un tipo de álamo americano con un grano más compacto que el de aquí) y saqué el patrón del escudo con alguna licencia tanto, en la representación de los montes que le dan nombre al pueblo (el Pecho Morrón, las dos cabezas rubias, de roca roja, que le cobija), como en la de las encinas y la oveja merina que les son tan propias.

Pasé el dibujo al tablero, recorté el contorno con la forma necesaria y comencé la tarea...

Poco a poco, perfilando las formas y avanzando en el vaciado de los fondos, el tablón fue cogiendo buen aspecto. La cosa prometía.



Al poco tiempo, me di cuenta de la complicación que iba a suponer la corona que lleva el escudo, por lo que, como tengo como norma de acometer lo primero "lo peor", me puse con ella.






Teniendo lo más delicado bien perfilado, empecé a limpiar y afinar la talla. Algo que llevó más tiempo del que pensaba, pues la cosa tenía su trabajillo...

Y así, piano, piano, y casi sin darme cuenta, terminé de tallar el escudo.




Ya sólo me faltaban un par de detalles más.
Teñir (que no pintar, que "eso no se hace" en la madera, al menos yo), utilizando los tintes adecuados para los distintos elementos del escudo.
Y, finalmente, proteger con unas cuantas capas de aceite danés, muy adecuado para soportar la intemperie manteniendo la vista y la sensación de la madera.





Con la conformidad del consistorio, convinimos el momento de ponerlo en la fachada del ayuntamiento y, desde entonces, así luce el escudo del pueblo que tan cordialmente me ha acogido.

Gracias.












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